El error

Pensamientos negativos, culpabilidad, inseguridad, son sentimientos presentes en este relato  sobre un juicio en el que el acusado manifiesta su indefensión en un sistema que parece no concederle la presunción de inocencia. Es un homenaje a un hombre, Rafael Ricardi, que pasó en la cárcel 13 años por una violación que no cometió 

  • Escrito en :  noviembre 2007
  • Autor : Jesús Gómez de los Reyes
  • Tiempo de lectura : 20 minutos
  • Numero de palabras : 1793


El Acusado

Se abre la sesión, la sala está completa de público, me han sentado en el banquillo, estoy avergonzado,
noto que todos me miran, incluso percibo los pensamientos de todos los que me miran. Unos lo dudan, otros me acusan... Estoy nervioso y me sudan las manos, yo no fui, ¿cómo hacer que lo entiendan todos?

El fiscal está presentando la acusación contra mí, en su forma de expresarse noto como si tuviera muy claro mi culpabilidad, da la sensación de estar pensando: ¡para qué perder mi tiempo y el de los contribuyentes!, ha sido tan escueto que incluso creo que me beneficia.

El abogado acusador me pregunta con tenacidad, es implacable, yo contesto a todo, contesto la verdad pero se que no convenzo, tengo la impresión de que no quiere la verdad, sólo quiere ganar a sabiendas de que su verdad no es mi verdad, ni la verdad. Me intimida, no puedo ni pensar y tengo miedo de caer en alguna contradicción, alguien debería parar esto, ¿por qué no para esto el Juez?

Sin embargo no dejo pensar en la victima, realmente sería implacable con el culpable si la victima hubiera sido yo o alguien muy querido por mi, no es justo y me hace daño tener estas contradicciones, sin embargo yo no fui.

Mi abogado se apoya en el respaldo de su silla y con su bolígrafo entre los dientes observa, quiere dar sensación de control, sin embargo no confía demasiado en mí. Cuando estamos a solas en mi celda intenta una y otra vez verificar mi versión, creo que en verdad no la cree, ¿no hay nadie que me crea, ni siquiera quien tiene que defenderme? Hace preguntas a los testigos, se luce en sus intervenciones pero olvida algo vital, mi inocencia. 

El juez me mira como si tratara de traspasar mi personalidad, como intentado crear una fisura por la que pudiera salir la verdad, ¿pero qué verdad? Siento que cree mas el testimonio de un testigo que no me vio, eso lo se bien, que el mío y me pregunto porqué, ¿pasa siempre esto con la justicia o sólo en algunos delitos? Seguro que ha leído la prensa, la que ya me ha juzgado, la que provoca que la gente que no me conoce de nada ni conoce el caso haya emitido ya su veredicto, me pregunto ¿influirá todo esto en un juez?, siempre me han dado un poco de miedo los jueces, personajes en negro, serios, con ese halo de imparcialidad, seres de otro mundo capaces de emitir veredictos infalibles. Sin embargo ahora que lo tengo tan cerca veo a una persona normal, no aparenta, por más que su rostro parezca impenetrable, ser infalible, mas bien lo veo dubitativo.

El abogado acusador

Acabo de despertarme y he notado como un vuelco en el corazón, siento como si me hubiera liberado de algo, como si se esfumara una carga muy pesada. Recuerdo que en ese sueño nada me iba bien, aunque no lo recuerdo con claridad se que tenía miedo. Estoy frente a un acusado que suda, se que lo está pasando mal, ¿qué enturbia mi pensamiento hasta el punto de no ver claro su culpabilidad? He de defender el interés de mi cliente pero no estoy convencido, en el fondo empiezo a lamentar haber elegido esta profesión. 

No puedo seguir pensado así, he de centrarme soy un profesional reconocido y por ello mi cliente confía en mí las cosas son como son, llevo muchos años haciendo mi trabajo y extrañamente este juicio me está haciendo dudar de forma muy especial. 

Interrogo con ímpetu no debo dejar al acusado que deje de pensar que es culpable, tengo que grabar a fuego el mensaje en su mente: "eres culpable",... pero se que no lo es. ¡Qué extraño!, tengo la sensación de que me interrogo a mi mismo, no dejo de pensar que este hombre no es culpable, debería renunciar y dar explicaciones a mi cliente. 

Pero las pruebas le delatan, y sobre todo el testigo describió sin ninguna duda al acusado, y es cierto que las pruebas son concluyentes, ¿pero realmente las veo yo tan concluyentes? De nuevo dudo, algo está pasando y no lo controlo, si continuo así terminaré en el psiquiatra, pero ahora he de centrarme en los hechos, hay un testimonio de un testigo que parece ser determinante, el testigo parece muy mediatizado por la opinión pública alentada por los medios de comunicación, las pruebas periciales no parecen ser del todo fiables porque existen otras que las ponen en entredicho.

El abogado defensor

Son las siete de la mañana, mi despertador me recuerda que no se debe abusar del alcohol cuando hay que trabajar al día siguiente. ¡Joder!, ¿quien eres? El espejo de mi baño parece hoy algo bromista, el reflejo que observo en él parece no ser yo, ¿tanto me pasé ayer?, por cierto hoy continua el juicio y tengo que defender a ese pobre hombre.

Me encantan las salas del tribunal, esa decoración, la madera oscura de las mesas, las barandas, el estrado..., no se que me pasa hoy, veo esta sala como no la había visto nunca.

Mi defendido me espera, denoto en el algo especial, es como si rogara sin decir una sola palabra, su verdad parece brotar directamente de sus ojos. Hoy tengo que emplearme a fondo, he de hallar argumentos que demuestren la inocencia de mi defendido, tengo que "machacar" los  de la acusación, este hombre no debería ir a la cárcel, ¡ese hombre no irá a la cárcel!

Debo enfocar todo el potencial defensivo pero sacándolo fuera de la sala, la opinión pública está machacando a mi cliente y mi obligación es contrarrestarlo y darle la vuelta a esa opinión.

El juez

Qué gran encomienda la de administrar justicia y al mismo tiempo qué dificultad y que responsabilidad. Extrañamente hoy he soñado que era el acusado, algo no va bien cuando sueño estas cosas. Debo atenerme estrictamente a la imparcialidad y a la independencia y me cuesta no se porqué. nunca me costó pero en este caso me cuesta. Hoy no puedo anteponer con la facilidad de siempre mi faceta profesional a la humana, ayer todo lo tenía mas claro. Parece como si por abrigo tuviera la piel del acusado. Juré ser imparcial, independiente, ecuánime pero algo me atenaza. ¿Porqué no soy capaz de ver sólo el aspecto jurídico?,  ¿porqué me invade y prevalece el aspecto humano?, algo en mi subconsciente me dice que me estoy equivocando, ¡qué difícil se me hace juzgar!

Todo apunta a la culpabilidad del acusado pero sin embargo hay algo que me dice que es inocente. El testigo parece no ser demasiado solvente pero las pruebas si. La verdad es que ni el fiscal, ni el abogado defensor, ni el abogado de la acusación me lo están poniendo fácil.

El acusado

Hoy es el día, hoy he de enterarme de cual es la verdad de ellos, porque la mía es la inocencia, no se si coincidirán conmigo, al inicio de este juicio tenía miedo después algo ha cambiado y estoy mas tranquilo. 

El abogado acusador está nervioso, ha iniciado su alegato mirándome a los ojos, con algo de compasión, parece algo contrariado y está más preocupado por lo que dice de cara al público que de cara al juez. Da la sensación de quererme declarar culpable pero sin pena. Noto que su cliente se impacienta como si apreciara que le está traicionando, no deja de observarlo, y su abogado lo percibe aunque no parece afectarle

Mi abogado cuando yo ni lo esperaba llevó a cabo un alegato impresionante, al igual que el abogado acusador lo hizo más bien de cara al público, como en los principios del juicio, se lució aunque en este caso su lucimiento jugó en mi favor.

Cuando el juez se retiró a deliberar, mis pensamientos volaron hasta la víctima, sentía profundamente que terminara se esa manera, nadie debería ser victima en un crimen, pero yo no era el criminal aunque nadie lo supiera, aunque el juez tampoco lo sepa. Tampoco es justo ser culpable sin serlo, se que así lo determinará el juez. 

Antes de iniciarse un proceso judicial, no debería permitirse que la propagación de las noticias en los medios de comunicación difunda a su vez un veredicto, debería impedirse mostrar al público los entresijos de la investigación que me trajo a este banquillo, es injusto perjudicar a ninguna persona por muy atroz que sea el crimen que se le atribuya para dar satisfacción a los pensamientos, las formas de pensar, los prejuicios de la opinión publica…

Todas las partes en un proceso judicial, abogados, jueces, fiscales, deberían tener derecho a realizar su trabajo sin coacciones, sin temor, con libertad, sin condicionamientos.

Tengo derecho a haber sido presunto desde el principio y la sociedad en su conjunto me lo ha negado por eso antes de que aparezca el juez se que su veredicto (no el veredicto) será: CULPABLE 

Unos años después…

Soy un condenado a veinte años de prisión gracias a la parcialidad de un sistema judicial incapaz de aislarse de los condicionamientos y las influencias sociales. Hoy se que de forma apresurada me ponen en libertad de hecho ya oigo pasos, de zapatos caros, que vienen a por mí…

Es un día de otoño gris y ya estoy de nuevo en libertad, hecho de menos el despliegue de aquellos medios de comunicación que hicieron correr ríos de tinta, y horas de anuncios televisivos. Me dicen desde la fiscalía que no me preocupe, me indemnizaran.

Debería sentirme bien y sin embargo me noto aplastado, ultrajado, manipulado y hundido. Lo dije todas las veces que pude y a todas las personas que pude pero no me hicieron el menor caso, interesaba que fuera culpable y al fin lo fui, nadie me ha pedido perdón, nadie ha venido a recibirme a mi salida, ni mi abogado, ni el acusador,  ni el juez, ni el fiscal, nadie, todos se olvidaron.

Me voy triste, sólo y con una indemnización que nunca me devolverá diez años de mi vida entre rejas mientras el verdadero culpable era otro. He pagado caro un ERROR, ha perdido la JUSTICIA.