Cultura, un derecho, no un privilegio

Ayer fui al teatro de la Maestranza de Sevilla. En general me gustan muchas manifestaciones culturales: teatro, música, pintura, cine, fútbol, lectura,... Eso no me convierte, a mí al menos,  en pedante presuntuoso "cultureta", entre otras cosas porque unas veces por "a" y otras por "b",  pero no soy un gran consumidor. De hecho está última vez en el Maestranza mi nieta participaba como figurante interpretando a Electra, ¡como para no ir!

Pero el objeto de este artículo no es presumir de mi nieta, es algo más importante, es reflexionar sobre el acceso de las personas, que tienen escasos recursos, a la cultura. Veamos: ocho millones de españoles cobran menos de 12.000 euros brutos al año, eso significan 857 euros al mes (14 pagas) líquido podrían ser 750 euros. Alguien puede pensar cómo una persona con ese nivel salarial puede gastarse entre 60 y 130 euros que vale una entrada para este espectáculo.

No es solo el elitista Teatro de la Maestranza de Sevilla el que niega el acceso a los que tienen economías "delicadas", es que el valor medio de la entrada de cine en Sevilla es de 7 euros, que para el caso de un matrimonio con dos hijos serían 28 euros, eso sí, sin "chuches" ni palomitas, porque en ese caso hablaríamos del doble.

¿Acaso la cultura es solo para ricos? ¿Deben las personas con menos recursos limitarse al consumo de telebasura porque no pueden permitirse otra cosa? El artículo 44 de la Constitución dice que "Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho", ¿se cumple, o pasa como con muchos otros artículos de la Constitución con la que muchos políticos se llenan la boca?

La exclusión cultural no solo afecta al disfrute personal; también perpetúa desigualdades sociales. La cultura es una herramienta poderosa para el desarrollo intelectual y emocional, así como para fomentar valores como la empatía y el pensamiento crítico. Privar a una parte de la población de este acceso es condenarla a una forma más sutil de exclusión social.

A lo mejor se prefiere a una masa social ingente pegada a la televisión, con el sentido crítico al dictado de mensajes machacones de tertulianos y presentadores, que ejercen de capataces de los dueños de medios de comunicación. 

¡Sí, yo creo que más bien es esto!