Un Gobierno, una tóxica oposición

Frente a la estabilidad y los avances sociales demostrables del Gobierno de coalición, la oposición ha construido un relato de bloqueo que se sostiene sobre pilares artificiales. Un ecosistema mediático actúa como caja de resonanza incesante, mientras se ejecuta una estrategia de judicialización de la política que raya en el lawfare o guerra judicial. Esta práctica, que utiliza las instituciones legales como arma política para desgastar y deslegitimar al rival, se ha convertido en el eje de una oposición sin proyecto.

Mientras el PP y Vox predican la "independencia judicial" como eslogan, movilizan simultáneamente sus terminales en los tribunales y en las redacciones de los grandes medios para crear una atmósfera de asedio constante. Es una oposición que, al carecer de un proyecto alternativo creíble, ha externalizado su estrategia: recurre de forma sistemática a la judicialización de la acción de gobierno, mientras su brazo mediático amplifica hasta la saciedad cualquier titular favorable.

Los hechos concretos desmontan el relato catastrofista

Frente a esta cortina de humo, los logros del Gobierno son innegables. El récord histórico de más de 21,6 millones de afiliados a la Seguridad Social, la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, la renta juvenil y la equiparación de los permisos parentales son conquistas tangibles. La economía crece por encima de la media europea, con inversiones estratégicas en los PERTE y un impulso decidido a la vivienda pública.

La Batalla por la Narrativa

La ciudadanía no es ajena a este juego. Comprende que detrás de la retórica de "ruptura del Estado de derecho" y la táctica del lawfare se esconde el mero intento de recuperar por la puerta de atrás lo que las urnas les negaron. Frente a esta maquinaria de bloqueo mediático-judicial, el Gobierno sigue trabajando con determinación, priorizando las mayorías sociales sobre los intereses de unos pocos. Cada nuevo derecho conquistado no es solo un avance social, sino un muro de contención frente a una oposición que ha elegido la guerra política en lugar del debate democrático.

Chipiona, la esquina que asoma al mar


 Al Atlántico, desde una esquina, asomas;
aguas que bañan tus ilustres corrales,
de saludable yodo impregnadas sus olas,
atardeceres sobre el mar incomparables.

Tu castillo, siempre un fiel vigilante,
el Santuario, refugio de tu patrona;
en la distancia, tu faro, fiel anunciante,
el Humilladero para la santa anfitriona.

Caepión, primera torre hacia el cielo;
Lerchundi, del Santuario valedor,
Jaime Font, del actual faro, ingeniero,
Rocío, gran embajadora: un honor.

Alegres y festivas tus costumbres,
invierno de sosiego, verano sin igual.
Guardiana de tradiciones ancestrales,
así eres tú, Chipiona, gran ciudad.

Realidad ultraderechista - Hungría

El gobierno de ultraderecha en Hungría, liderado por Viktor Orbán, prometió fortalecer la soberanía nacional, controlar la inmigración, preservar una "familia tradicional" y asegurar la estabilidad económica. En la práctica, ha cumplido algunas de estas promesas pero mediante políticas autoritarias que han limitado derechos y libertades fundamentales.

Orbán ha cambiado la Constitución para prohibir el matrimonio igualitario y la adopción por parejas del mismo sexo, además de aplicar leyes que restringen fuertemente los derechos LGTBIQ+. También ha impulsado medidas duras contra la inmigración, incluyendo la expulsión y persecución de refugiados y un control riguroso sobre los movimientos migratorios.​

En cuanto a la economía, prometió prosperidad para Hungría, pero la situación actual revela un deterioro con inflación alta, caída de la moneda local (florín) y perspectivas de recesión. Además, el país ha sufrido la pérdida o bloqueo de fondos importantes de la Unión Europea debido a la falta de Estado de derecho y corrupción en el gobierno.​

Políticamente, Orbán ha concentrado el poder, eliminando contrapesos institucionales y controlando gran parte de los medios de comunicación, construyendo un régimen cada vez más autoritario que limita la competencia política real. Esto ha generado una creciente brecha social y económica, así como desgaste en los servicios públicos de salud y educación, con el 63% de la población atribuyendo a su gestión la mala situación económica y social.​​

Las consecuencias de estas políticas son la polarización social, la erosión de los derechos civiles y democráticos, el aislamiento progresivo en la UE, y un declive económico que pone en riesgo su legitimidad política frente a una oposición que comienza a ganar terreno, con nuevas fuerzas como la de Peter Magyar que representan un desafío para Orbán.​​

Esto indica claramente las consecuencias que suponen gobiernos ultraderechistas, que mediante propuestas dirigidas a ciudadanos descontentos y contaminados —por redes sociales y medios de comunicación— alcanzan el poder a costa de derechos fundamentales, deterioro económico y creciente descontento social, evidenciando en el caso de Hungría, el declive del régimen y atrapado en una crisis multidimensional.

Situación económica general 

  • Antes de Orban : Crisis profunda y rescate FMI.
  • Actual con Orban : Estancamiento, inflación alta y declive económico reciente.