Entre el amor y el odio

Jóvenes que descubren lo que es enamorarse en mal momento. El destino a veces, muchas veces, tiene forma de "hombres poderosos" que toman decisiones que afectan a la humanidad sin que les importen las consecuencias. 

  • Escrito en :  Junio 2020
  • Autor : Jesús Gómez de los Reyes
  • Tiempo de lectura : 15 minutos
  • Numero de palabras : 1214


Masaki llevaba tiempo intentándolo, algo retraído y muy soñador, para él intentarlo no era otra cosa que pensar sin parar cómo hacerlo, realmente todo estaba en su cerebro, le costaba ir más allá y sacarlo fuera.
Akira solía pasar por el taller en el que Masaki  ayudaba  a su tío. Fue meses atrás cuando él se fijó por primera vez en ella y desde entonces vivía inmerso en una especie de extraña felicidad en la cual veía que Akira estaba a su alcance. 
 
- Mañana será el día en el que me acercaré y hablaré con ella. Ese era el pensamiento que merodeaba en su cabeza y que por el momento no se abría paso.
 
Él esperaba fuera en la puerta del taller y ella cada mediodía pasaba tan cerca que podía casi olerla, su corazón latía con tal intensidad que la frente se le llenaba de pequeñas gotitas de sudor.
 
Ella tardó igualmente unas semanas en percatarse de que Masaki estaba siempre allí y que cuando ella pasaba a su lado su mirada se dirigía a otro sitio, aunque era evidente que mientras se alejaba no dejaba de mirarla. 
 
A Akira le parecía divertido saber que para alguien era importante y cada vez le gustaba más ver 'sufrir' a Masaki. 
 
- ¿Hablará mañana conmigo?, ¿qué me dirá? 
 
Akira sin darse cuenta, al igual que Masaki, había ido entretejiendo en su mente una relación agradable y notaba en su estómago un cosquilleo cada vez más intenso. 
Masaki ya no podía soportarlo por más tiempo y decidió hacer algo diferente. Cuando aquel día  Akira pasó, como cada día, no apartó sus ojos de ella y continuó mirándola mientras pasaba delante de él. La chica turbada al ver que Masaki no le quitaba ojo, continuó caminando sin dejar de mirarlo y tropezó con algo que no vió intuyendo lo peor. Un instante fue suficiente para pensar en la verguenza que iba a pasar cuando él la viera caer al suelo.
Nada más lejos de la realidad, Masaki, en una rápida y sorprendente maniobra fue capaz de sujetarla antes de que cayera. 
 
- ¿Te has hecho daño?, preguntó 
- No, gracias, alcanzó a balbucear Akira   
 
Pasaron unos cuantos segundos hasta que ambos se dieron cuenta de que Masaki sujetaba con sus brazos a Akira, y con un impulso espasmódico se separaron.
 
- ¿Te has hecho daño?, repitió Masaki 
- No, no ha sido nada, no ha sido un golpe fuerte. 
Volvió de nuevo el silencio tras el cual Masaki le preguntó:
- ¿Puedo acompañarte?  
- Bueno, si quieres, respondió Akira complaciente. 
- Espera un momento que hablo con mi tio 
 
En un salto y con una velocidad endiablada Masaki entró, habló con su tio y salió colocándose junto a Akira. Su tío que se asomó a la puerta los vio alejarse mientras se quitaba el gorro y se pasaba el dorso de la mano por la frente, al tiempo que esbozó una sonrisa burlona. 
 
Caminaron juntos largo rato 
 
- ¿Cómo te llamas? 
- Akira, ¿y tú? 
- Masaki 
 
Todas las formas que Masaki maquinó en su cabeza para lograr  acercarse a Akira se volvieron de pronto ingenuas, parte del trabajo que más le preocupaba ya estaba hecho gracias a un evento fortuito e inesperado. Una vez pasado lo peor Masaki relajado de preguntó:
 
- ¿Crees en lo inesperado? 
- No, creo que casi todo lo que ocurre  lo planean las personas 
- ¿Sabes que ansiaba hablar contigo hace meses? 
- Lo presentía, respondió Akira con una risilla en sus labios 
- Sin embargo atreverme a hacerlo fue algo inesperado 
- Yo creo que ya pensabas en hablar conmigo, el accidente fue solo una “ayuda”.
 
Los jóvenes caminaban juntos hasta que llegaron a un parque donde ambos se sentaron. 
 
- ¿Sabes?, tenía ganas de que dieras el paso 
 
Las mejillas del muchacho se tornaron rojas 
 
- Llevo intentándolo mucho tiempo, pero me vence mi timidez 
- No pareces tímido 
- Con las chicas si lo soy 
 
Se hizo una pausa imposible de controlar tras la cual ambos al unísono intentaron hablar 
 
- Tu primero, dijo Masaki 
- Tenía ganas de conocer a alguien, ya sabes "diferente" con quien hablar y pasar tiempo juntos y no he necesitado buscarlo porque tú estabas ahí, todos los días en el mismo sitio, a la misma hora esquivando mi mirada cuando me acercaba a ti. Todas las mañanas tenía una sensación agradable cuando llegaba la hora de pasar por allí. ¿Crees que eso es enamorarse? 
- No lo sé, supongo que sí, a mí me sucedió algo similar porque he soñado mucho con este momento, y aun creo estar soñando. Creo que me he enamorado como un tonto de ti sin haber cruzado una palabra contigo. 
- Es tarde, ¿quieres acompañarme a casa? 
 
Por el camino hablaron de todo, del amor, de sus ocupaciones, incluso de la guerra, esa encarnizada guerra en la que estaba empeñada su país, pero sobre todo y por encima de todo, hablaron de ellos mismos. 
 
- Allí vivo con mis padres, señalando una casa que estaba a unos metros 
- ¿Quieres que te recoja mañana aquí mismo? 
- Me encantaría, contesto Akira al tiempo que Masaki tomó su mano 
 
Akira entre contenta y tímida dejo su mano entre las de Masaki mientras se retiraba. 
 
- Hasta mañana, dijo Masaki. 
 
Mientras ambos se retiraban locos de contentos con alguna que otra miradita en la lejanía, pensaban ya en el día siguiente y deseando que llegara cuanto antes. 
 
El día siguiente era un lunes de agosto. En Hiroshima amanece un día claro como otros, un nuevo día donde cada persona sigue su destino, donde la monotonía no altera nada, un día en el que la ciudad vivía, como siempre...
 
Masaki al despertarse fue rápidamente a su ventana y con los brazos extendidos miraba al cielo, pensaba en sus sentimientos sobre  Akira y la alegría recorría su cuerpo... Akira recogía su largo cabello entre las manos e igualmente miraba al cielo con esperanza, con alegría, quizás con amor. 
De pronto un destello puso el cielo en color naranja, una extraña brisa se presentó de improviso, arrastrando un mal presagio, en segundos esa brisa se transformó en un viento espeso y tórrido que los recorrió... todo había terminado. 
 
 
Un hombre mezquino, mentalmente insignificante, sin escrúpulos, con el anhelo de dominio propio de emperadores, decidió convertirse en Dios. Un dios al que no le importaron los hombres. Un dios que junto al otro dios, enemigo de pugnas inútiles, no dudaron en llevar su incompetencia hasta límites inhumanos para hacer desaparecer a cientos de miles de personas, muchos de los cuales no eran guerreros, eran niños, mujeres, o ancianos, ajenos a luchas de intereses que a ellos para nada les sirven .
Un estúpido aprendiz de dios decidió que el amor barruntado de Akira y Masaki, dos jóvenes que se amaron sin permiso de nadie durante algún tiempo, no prosperara y su belleza cayera en saco roto. 


Un dieciocho de julio



Mal día un dieciocho

Libertad secuestrada

Todos decían salvarte

Nadie te salvó de nada



Unos no quisieron

Otros no pudieron

Ambos te incendiaron

Ambos te destruyeron



El tiempo todo lo cura

Pero olvidó su tarea

Dejó viva la huella

Interminables sepulturas



Unos pretenden la memoria

Otros niegan la maldad

Unos hablan de victoria

Otros de indignidad